La Aprendiz de Hechicera surgió a raíz de una frase que me contó el cliente el día que se puso en contacto conmigo. Me pedía una ilustración para una amiga; iban a decorar su habitación y querían algo especial para colgar en la pared.
Después que contarme cómo era ella físicamente (pelo oscuro, siempre recogido en una coleta alta con un lazo o goma rojo) me narró la historia de cómo en un día de fiesta, a altas horas de la noche y después de una larga charla, llegaron a la conclusión de que cualquier herramienta para escribir o dibujar era como una varita mágica, ya que daba forma física a cualquier pensamiento.
El concepto me cogió de sorpresa, y aunque se mencionaron más cosas en la conversación, esto sin duda me pareció lo más memorable y a la vez personal.